cuidado martha lovera

Va de cuidar(se) y ¿tener cuidado?

¿A quien no le han dicho alguna vez “ten cuidado” o “¡Cuídate!”? Cuando pienso en la palabra cuidado, siento que denota algo que a la mayoría, desde temprana edad, nos enseñan a “tener”, pero a muy pocas personas se nos instruye en lo que considero el arte de cuidar y ser cuidado (que no es lo mismo que tener cuidado).  

Cuidado, según el diccionario de la RAE, tiene las siguientes acepciones: “solicitud y atención para hacer bien algo; acción de cuidar (asistir, guardar, conservar); recelo, preocupación, temor”. También se utiliza para advertir que un peligro está cerca o que hay riesgo de caer en algún error.

Como seguramente habréis experimentado, toda madre que se respete dice a su prole al salir de la casa, como si de una cantaleta se tratase, “ten cuidado”, sobre todo si se trata de una niña. La frecuencia de este gesto se eleva exponencialmente cuando esa niña se vuelve una adolescente y empieza con sus salidas nocturnas. Lo que me produce tristeza es que nuestras madres, aunque estemos en la adultez y casi rondando la cincuentena, sigan sintiendo esa necesidad de advertir a sus hijas de los peligros que acechan a las mujeres y sigan gritando ese “ten cuidado”, pero he descubierto que es su forma de cuidar.

Cuidar a veces no es sencillo, porque en el intento de hacerlo, en ocasiones, se causa daño. En mi caso por ejemplo, en mi afán por “cuidar” mis plantas, sin querer terminaba ahogándolas de tanto regalas. (Aplíquese esta frase a relaciones al igual que a las plantas). Así que me ha tocado aprender a cuidar de otra forma, aprender que a veces cuidar es dejar de regar.

En este aprendizaje (que parece no acabar) me di cuenta de que me era/¿es? sumamente difícil recibir cuidados porque me incomodaba, me hacía sentir que necesitaba de otras personas. Sabéis de lo que hablo, ¿a que sí? Así que en este proceso he comprendido que cuidar, igual que dejarse cuidar, es un arte, y que como todo arte se puede aprender y entrenar; y que hay tantas formas de hacerlo como personas hay en el mundo.

Hay quienes cuidan enviando un mensaje inesperado preguntando “cómo estás”; otros hacen de comer, otros abrazan. Hay quienes para cuidar minan el teléfono de emojis sonrientes. Otros llaman una vez por semana y otros improvisan un secuestro exprés a modo de paseo. A algunos les da por hacerte reír hasta el llanto y hay quienes regalan silencios nutricios de esos que acompañan. Lo que he observado es que para cuidar, según mi punto de vista, hay que querer. Y no hablo de querer como el acto de sentir amor, que también, sino de tener la voluntad de hacerlo, de resolver y tener la determinación de transformar la palabra en acción.

En el otro extremo están los que, a sabiendas de que necesitan ser cuidados, se resisten, luchan, agreden y se ponen a la defensiva o incluso desaparecen con tal de no sentirse vulnerables. También están los que crecieron creyendo que los golpes, los celos y los insultos son una forma de cuidar y querer. “Si ese niño te golpea es porque te quiere” ¿os suena? (menuda locura) Y también existen quienes se vuelven adictos a que otras personas los “cuiden” y se olvidan del acutocuidado. ¡Qué bonita palabra y qué tarde se la conoce!

El caso es que considero que, antes de enseñarnos a tener cuidado o a cuidar deberían enseñarnos a practicar el autocuidado para así poder cuidar y dejarnos cuidar de forma consciente y ecológica; porque también están los que desde temprana edad confunden cuidar con oprimir y tiranizan un acto de amor con exigencias.

Quienes saben de psicología dicen que quienes elegimos profesiones como la medicina, los servicios sociales o la misma psicología somos “cuidadores natos”; como si hubiera un gen que predisponga a quien lo porta a cuidar (lo mismo es así y no lo sé) y además ya si eres una mujer (que se siente como tal) parece que socialmente el cuidar está dentro de tus deberes (casi obligaciones) y la razón de ser tu existencia.

Considero que, repitiendo una frase que me fascina de Alex Rovira “amar es cuidar”, quien sea capaz de sentir amor (y todes tenemos esa capacidad) también tiene no solo la capacidad, sino la responsabilidad de cuidar; independiente del sexo o el rol que elija, pero hay que empezar por cuidarse a una misma/o, sin embargo ¿a quién le enseñan esto en la escuela?

¿Y ustedes? ¿Cómo llevan eso del autocuidado?