Va de la importancia de escribir.

escribir martha lovera

Desde pequeña necesito escribir. Sí, necesito. Es una necesidad porque para mí todo pasa por la escritura. Desde lo más básico como hacer el listado de cosas pendientes, pasando por la lista de pros y contras a la hora de tomar una decisión, hasta lo más complejo como un trabajo de investigación, o las novelas y relatos.

En mi opinión escribir nos da claridad, perspectiva, y permite que aterricemos ideas y proyectos para que, sobre el papel, se transformen hasta finalmente hacerse realidad.

Cuando escribimos pasan cosas fascinantes en nuestro cerebro, cosas de las que prefiero no hablaros porque corro el peligro de quedarme en bucle y alejarme del tema de esta entrada, escribir, ese maravilloso arte que ha transformado a la humanidad. Eso sí, os animo a investigar sobre el tema.

Gracias a la escritura la humanidad ha compartido conocimientos e información que ha superado el paso del tiempo en forma de papiros, libros y enciclopedias. También nos hemos mantenido en contacto con nuestros afectos. Se nos olvida que en la actualidad todo es muy sencillo e inmediato gracias a las aplicaciones de mensajería instantánea, pero no hace mucho dependíamos de las cartas escritas y del correo postal para tener noticias de quienes estaban lejos.

Os voy a contar una anécdota que os facilitará comprender cuan importante veo la escritura en el día a día. Hace algún tiempo, en un libro de finanzas, di con un concepto que me pareció fascinante. El autor decía que venimos al mundo con nueve monedas de diez años cada una, y que debíamos elegir muy bien en qué las invertimos. Interesante, ¿a que sí?

El caso es que, aunque me encantan los números, decidí llevar el concepto hacia a mi terreno, el de las letras. Desde entonces pienso que cada persona es un libro que, con suerte y en el mejor de los casos, tendrá nueve capítulos de diez años cada uno, y que somos responsables de escribir cada uno de esos capítulos. ¿Qué aventuras contaremos? ¿Qué personajes aparecerán como protagonistas o secundarios? ¿Cuántas páginas dedicaremos a un evento desafortunado?

Es una metáfora que comparto con los y las alumnas cuando imparto la charla «Historia de vida» en los institutos. En ella insisto en la importancia de ser conscientes de que este libro que somos debe ser escrito por nosotros mismos. Y les advierto de lo sencillo de que no sea así. Si no prestamos atención podemos caer en la trampa de dejar nuestro boli y papel en manos de otras personas –padres, madres, maestros, jefas, hermanos, amistades, parejas, etc. –,  y que terminen siendo ellas y ellos quienes escriban el guion de nuestra historia. Así que atentas y atentos.

En esa línea de ideas, hace unos días una persona muy querida me pidió que tuviera con otra un gesto que no salía de mi corazón. De solo imaginarlo me provocó cierta repulsión, rechazo y angustia. ¿Alguien intentaba por mí escribir unas páginas en mi libro? Todo apuntaba a que sí. El caso es que, con esa metáfora en mente, por segunda vez en un par de años, me senté boli y papel en mano e hice el listado de pros y contras de hacer o no aquel gesto. Necesitaba poner orden a mis sentimientos y pensamientos, y asegurarme de que no se trataba de un arrebato, una pataleta o del tan peligroso orgullo.

¿El resultado? Fui consciente de que, en mi historia de vida, hay personajes que se merecen pocas páginas. Páginas que permití fueran impregnadas de dolor, indiferencia, falta de empatía, interés y falso amor. Personas que, pese a ello, aportaron a mi historia lo necesario para mi aprendizaje porque, sin duda alguna, de todo se aprende. La mejor enseñanza fue darme cuenta de que ciertos personajes/personas no merecen más páginas en el libro de mi vida. Así que opté por dejarlos de escribir.

Evidentemente cada persona, situación o suceso de nuestra vida, y cada una de nuestras acciones, se imprimen en la trama que es nuestra historia vital y, cuando no son de nuestro agrado no podemos arrancar las páginas sin más, por más que nos gustaría. Forman parte de la evolución de la persona que somos.

Es cierto, a veces nos vemos cautivas en historias que ocupan demasiadas páginas, a merced de los caprichos y vaivenes de la historia de otros personajes que, en realidad, son secundarios. Hasta que volvemos a adueñarnos de nuestro boli y nuestro papel (dignidad y amor propio), y conectamos con que los y las verdaderas protagonistas de nuestra historia, somos nosotras y nosotros mismos.

Y ustedes, ¿qué personajes tenéis en la historia de vuestra vida? ¿Qué aventura estáis contando en ella?