
Va de sentir y vivir fortuna.
Fortuna, según la RAE, significa: “Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito, circunstancia casual de personas y cosas; suerte favorable y éxito”. Quizás por ello en nuestra sociedad está popularizada que fortuna es que a la gente le vaya bien, porque se identifica con la acepción de “éxito”. Sin embargo, al parecer, su significado es variado, tanto como personas hay. ¿Y cómo llegué a esta conclusión? Os lo cuento.
Hace unos días un conocido y yo debatíamos acerca de lo que significa ser afortunado. De esa conversación concluimos que es algo tan subjetivo como el concepto de felicidad, depende de lo que para quien es prioritario. Esa persona insistía en que para él la fortuna era tener dinero. Al escucharlo me pregunté ¿para qué? También dijo que fortuna era tener un buen trabajo y yo volví a preguntarme en mi interior: ¿para qué? Y así, con cada una de sus respuestas, me fui sumergiendo en la reflexión acerca del significado que le doy a la fortuna, porque como muchas cosas en la vida, creo que una cosa por sí misma no tiene mayor significado que el que le otorgamos.
En esa reflexión descubrí que para mí la fortuna no va unida a lo material. No es tener doce cifras en una cuenta bancaria, una casa enorme frente a la playa o un costoso deportivo. Fortuna para mí es no tener que esperar al fin de semana para disfrutar de tu familia y amigos. Significa no ansiar que lleguen las vacaciones para irte de viaje y no tener que arañarle tiempo a una jornada laboral de ocho, doce, diecisiete o veinticuatro horas para dedicar unos minutos a hacer lo que realmente te apasiona.
Para mí fortuna es decir: “hoy me quedo en casa y en pijama” y poder hacerlo; o que se estropee el frigorífico, el coche o la lavadora y no enloquecer pensando en cómo resolverlo, no porque se cuente con suficiente dinero para solventar imprevistos sino porque se tiene la certeza de que entre las capacidades propias y la red de apoyo construida con vínculos sólidos, cualquier percance será superado.
Para mí fortuna es no tener miedo de enfermar porque se tiene acceso a los servicios sanitarios y a los cuidados necesarios. Fortuna es decir: “voy a echarme la siesta en la playa” y poder hacerlo. Es que te apetezca comer algo y poder comerlo. Es poder vivir de lo que te gusta y hacer lo que te apetezca sin sentirte preso de los condicionamientos o juicios ajenos.
Considero que fortuna es tener agua corriente que sale del grifo. Es tener hambre y poder comer. Es poder andar, respirar y sentir con cada uno de los sentidos. Fortuna es mirar alrededor y sentirse agradecida por esos vínculos que mejoran nuestra vida y transforman un día cualquiera en maravilloso después de preguntar: “¿qué haces? ¿Paseamos?” Y que ese paseo se transforme en desayuno y charlas animadas frente al mar; y risas y abrazos donde una se siente mirada, nutrida y feliz porque son un refugio donde repararse.
Según mi forma de ver, fortuna es poder convertir un miércoles en domingo y escabullirse del ajetreado ritmo de la ciudad para perderse paseando en la naturaleza, porque según mi visión, la fortuna se viste de cotidianidad cuando no se teme perder la vida entre disparos y bombas, o a consecuencia de una enfermedad; cuando no se corre peligro por caminar de la mano de la persona que se ama; cuando no se siente miedo a ser capturada, amordazada, apaleada, violada o vendida al mejor postor.
En mi opinión, la fortuna no tiene nada que ver con lo fortuito aunque sea uno de sus significados. Tampoco es casual ni está relacionada con la suerte. Para mí la fortuna es algo que se siente, se ejercita y se construye, y que conste que no estoy hablando de dinero, que también.
¿Y ustedes? ¿Cuándo fue la última vez que sintieron la fortuna en vuestros días?