
Va de aprender a leer en la clave adecuada.
Muchos de ustedes saben que, a parte de la escritura, otra de mis aficiones es la música, y en este mundillo no basta con tener buen oído o ser un haz con el ritmo para ser música; hay que saber leer partituras; saber leer en clave y, no siendo bastante complicado aprender este que considero un nuevo idioma, existen varias claves; que si la de Sol en segunda, la de Fa en cuarta, la de Do en tercera. Todas ellas notas musicales que, según en qué línea del pentagrama se aposente, dará su nombre a dicha línea. Por tanto, el mismo pentagrama con las mismas figuras musicales tiene un código, una lectura y un sonido considerablemente distinto que solo depende de la clave que domina la partitura. Por tanto, lo que para mí es un Fa para otras persona puede ser un Do, o un Re. Complejo ¿verdad? Pues no lo es tanto, una vez que se le pilla el truco y sabiendo que, como todo en la vida, la música es cuestión de dedicación, práctica, paciencia y también de reconocer, como dice el título, que la clave está en la lectura.
Cuando no se sabe leer partituras al inicio es más difícil, pero poco a poco, a base de conocer el código: las diversas figuras, símbolos, alteraciones, modulaciones y mucha práctica, seremos capaces de comunicar con soltura través de la música. ¿Os suena de algo todo esto? ¿No os parece similar a nuestro sistema de comunicación convencional? El hablado y escrito. En él también debemos conocer los códigos, en este caso los del lenguaje, para logar comunicarnos de forma efectiva. Por eso cuando no hablamos el mismo idioma que nuestro interlocutor (no leemos en la misma clave) es casi imposible la comunicación, aunque dicen los que saben que siempre terminamos comunicando, aún sin hablar, que para eso están los gestos, pero mejor no meternos allí.
Estamos en un momento complejo, sin precedente, en el que la realidad nos golpea a todos por igual y eso pasa muy pocas veces en la vida. Por primera vez nos sucede lo mismo a todos por igual y, a propósito del confinamiento, quienes estamos en el mundo de las letras, estamos animando a la gente a leer. Siento que, como sociedad, esto nos va a cambiar a mejor aunque sé que después de todo aún quedará mucho por hacer, porque tenemos mala memoria y es más que probable que en cuanto pase la tormenta que ha supuesto esta dura realidad colectiva, quizás cada uno vuelva a sumergirse en su realidad individual, porque es la tendencia, tendemos a leer cada uno en su clave, según sus códigos (creencias y valores) y, casi siempre por inercia nos cerramos a la existencia de otros códigos en pro de abrir debates que nos ayuden a solucionar los colaterales que para cada cual deriven de esta pandemia. Es muy probable que después de todo dejemos de pensar en colectivo y eso imposibilitará la buena comunicación. Sucede cuando estamos enfadados, tenemos miedo o nos sentimos vulnerable, cada una de las partes, toda digna y con todo el derecho del mundo, se mantiene en su escaque, sin reconocer que, lo que para mí es un Fa, para la otra persona puede ser un Do, volviendo a separarnos de la otra persona. Y es justo en ese momento en el que tenemos que volver a todo lo aprendido durante este tiempo de encierro y de esta situación.
Estamos aprendiendo solidaridad, empatía, compasión; a funcionar como un solo ser, estamos volviendo a lo esencial, a conectar con lo realmente importante, y estamos dejando de lado lo urgente, porque no siempre coincide con lo importante. Esta situación nos está haciendo ajustarnos, afinar el ojo y el oído para que la melodía que toquemos a partir del día que todo pase, salga sin disonancia, como una hermosa sinfonía perfectamente compuesta, la melodía de la vida. Pero solo lo lograremos si sacamos una lectura adecuada de todo esto. Así que sí, la clave está en la lectura, y en la lectura está la clave.
Sé que ahora es imposible leer con claridad todo lo que este dichoso virus nos ha traído para aprender, pero lo haremos, ya lo estamos haciendo. Muchas personas estamos reflexionando sobre la forma en la que leemos nuestros pensamientos, sentimientos, acciones… nuestra vida. ¡Ya era hora!, y ¿en qué clave creéis que leemos cuando estamos tristes, frustrados, decepcionados o agobiados? En una clave que nos vuelve grises, que opaca la tesitura de nuestra melodía interior e incluso nos apaga, y eso termina afectando nuestro organismo y lo que hacemos. Si algo he aprendido de la música y la medicina es que nuestro cerebro es como un niño inocente, siempre termina creyéndose lo que le contamos, lo que leemos, así que cuidado con lo que leamos en esta temporada, que aún nos queda de encierro.
Estos días de estar más tiempo en casa son días de poner el ojo en nuestra forma de leer; días de reconocer y modificar, si hace falta, nuestros códigos; y por qué no, darle otra lectura a esta situación que nos afecta a todas y todos. Una lectura que nos mejore, que nos lleve a escuchar y ver nuestro lado más oscuro para mejorarlo, que nos conecte con nuestra verdad y la de quienes nos rodean, porque solo así creceremos como seres humanos y nos transformaremos en una nueva y mejorada humanidad.
Os deseo una nutricia lectura durante los días que quedan.
Abrazos, fuerza, y sobre todo, quedaros en casa, elegid un buen libro y a leer.