Va de no dejarse amordazar

Todo ser humano desea experimentar el amor. Ese sublime sentimiento que desata pasiones (y que para algunos significa amordazar), y que a veces causa dolores de cabeza. Desde que nacemos necesitamos sentirnos amados y amar; y conforme crecemos aprendemos que suspirar, perder la noción del tiempo y el espacio, y sentir el revoloteo de las famosas mariposas en el estómago es una delicia; es cuando empezamos a desear amar.
De algún modo anhelamos ese estímulo que erice nuestra piel tras un beso o una caricia, y por supuesto queremos amar con todas sus letras. Sin embargo, ¿sabemos lo que es el amor? Amar, según la RAE significa: «TENER amor a algo o alguien». Quizás de ese concepto deriven todos nuestros problemas –al menos los relacionados con el amor –, porque creemos que amar es tener, poseer.
En mi opinión, la mayoría confundimos lo que vemos en telenovelas, comedias románticas, o lo primero que sentimos cuando conocemos a ESA persona, con el amor. Nada más lejos de la realidad. Según quienes estudian el tema, ese flechazo que provoca noches insomnes y ansias de estar a cada minuto con el ser amado, no es más que la escenificación de una reacción química que sucede en nuestros órganos a causa del enamoramiento y, por fortuna, dura lo que dura (entre pocos meses a tres años). Apuntan que nuestro organismo no soportaría ese subidón químico durante demasiado tiempo. Pero, ¡qué rico se siente!, ¿a que sí?
La química del enamoramiento (que no del amor) es tan intensa y poderosa que nos hace sumergirnos en el caos, la contradicción y en ocasiones hasta en una indiscreta e imprudente sensación de locura. Somos capaces de sentir dos emociones opuestas a la vez, de hacer cosas inimaginables y nos hace conectar con la otra persona de forma inexplicable. ¿Será un amor de vidas pasadas?, nos preguntamos.
Y sí, es posible que esa sea una de las causas de esa conexión sublime (porque al final el cuerpo y el alma SABEN), sin embargo, es bueno tener presente que esa sensación tan agradable y alocada también es causada por una cascada de neurotransmisores y hormonas, que provocan que nuestro cerebro entre en un estado de enajenación alucinante.
Cuando esa química se desata, el enamoramiento parece gobernar nuestra existencia (hay quienes lo denominan la Energía de la Nueva Relación) y nos guste o no, tiene fecha de caducidad. De allí la importancia de reconocer cuánto dista del amor. Según profesionales en neurobiología, esas sustancias impactan en nuestro cerebro del mismo modo que cualquier droga potente, por eso son tan dolorosas las rupturas, porque, literalmente, se experimentan como síndrome de abstinencia. Y no nos enseñan nada de esto, es algo que vamos aprendiendo a trompicones, por ensayo y error, y que cuesta muchas lágrimas y a veces hasta nos hace perder la salud o incluso la vida, en el peor de los casos. ¿Quizás por eso dicen que el amor es ciego y la locura lo acompaña?
Esto ocurre porque en nombre del «amor» en ocasiones, mientras vagamos en esa ceguera no nos damos cuenta en dónde nos metemos ni con quien, y caemos en los brazos de personas que entienden el amor como AMORdazar; seres que atrapan y despliegan una invisible red constrictora sobre quienes dicen amar. Persona que capturan, encierran, encorsetan y limitan lo que un ser humano es para transformarlo en lo que ellas o ellos desean que sea, abanderando un «porque te quiero» (mientras hagas lo que yo quiero, sería la letra pequeña).
Y con esa forma de pensar, sentir y actuar sueltan perlas como: «¿Me vas a dejar aquí para irte con tus amigas?», «si de verdad me quisieras no harías eso», «con lo que he hecho por ti y así me lo pagas», «eres mi vida», «nadie te ama como yo»; y así un sinfín de frases, gestos, acciones y omisiones, –hay quien en su estrategia ignora a quien ama –, que limitan la manera en que una persona vive, piensa, expresa y siente la vida y el amor, condicionando cada uno de sus pasos.
Entones, ¿y el amor?¿Dónde queda en todo esto? La neurociencia habla de que, una vez superada la etapa química (el enamoramiento) y desintoxicado el cerebro de esas sustancias, entran en escena los valores, la cultura, las creencias, el compromiso y la voluntad de cada quien. Hace su debut la razón y se empieza a construir y afianzar el vínculo. Es cuando por fin vemos con claridad a nuestro ser amado (defectos incluidos), y lo que somos con y para él o ella; si hay o no compatibilidad, si nos ahoga o nos libera, si tenemos chispa o estamos apagadas, si estamos saludables o no (porque todo este tiempo el cuerpo lo supo). Es cuando se cae de manera estrepitosa en la realidad de lo que es.
Ojalá nos enseñaran esto en la escuela, sabríamos que esas mariposas y esas noches insomnes son producto de la norepinefrina; sabríamos que ese período de entre poco meses a tres años no define el amor que sentimos por una persona, y sobre todo nos evitaríamos muchos errores, lágrimas (dolores y enfermedades) en nombre del «amor», en nombre de sostener lo insostenible.
Pero este solo es el punto de vista de una persona romántica que, como muchas otras, también ha caído en la trampa del mal amor, pero que ha aprendido a prestar atención para no dejarse AMORdazar por eso que algunas personas creen que es amor. Lo confieso, a veces no lo he logrado.
Y ustedes, ¿Cuándo fue la última vez que un «amor» les amordazó?
PD: aplíquese a todo tipo de amor.
PPD: según las estadísticas las mujeres somos más frecuentemente «AMORdazadas». Si eres una de ellas, busca ayuda, NO ESTÁS SOLA.