Va de mirar las luces y sombras.

luces y sombras martha lovera

Para mí este año ha estado repleto de luces y sombras, y en esa dicotomía he pasado días pensando en un título para la última entrada de este accidentado año. En busca de la idea más acertada me fui a la última entrada del 2019, ¿la recordáis? “Llega el 20/20 con su visión óptima”. En ella pedí y deseé para todas y todos precisamente eso, una visión nítida, claridad… ¡Y vaya si la hemos tenido! De golpe y porrazo nos quitaron la venda de los ojos y la situación nos retó -y sigue haciéndolo- a mirar lo que es, tal y como es, y eso, según mi punto de vista, nunca en sencillo.

Mi sensación ha sido como de ir corriendo a toda pastilla y de repente sufrir un apagón. ¿Os ponéis en situación? En mi caso, y creo que en la mayoría, supongo que en una situación así la reacción inmediata sería detener la carrera, permanecer quieta y esperar a que las pupilas se ajusten a la oscuridad, para así retomar el camino a otro ritmo. Esa escena me ha conectado con una de mis pasiones, la fotografía.

Según el diccionario de la RAE, fotografía significa “procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la luz sobre una superficie sensible o sobre un sensor”, para ello esa luz debe pasar por un diafragma; una especie de pupila que está en el interior del lente, parecido a la pupila humana con la diferencia que la nuestra se ajusta de manera automática.

La pupila, de forma natural, se abre cuando todo está muy oscuro y se cierra cuando hay demasiada luz, sin embargo, en el diafragma de una cámara ese movimiento de apertura y cierre es regulable con una valor llamado velocidad de obturación y es lo que hace posible hacer magia en la oscuridad porque permite capturar imágenes con poca luz.

¿Habéis visto alguna vez esas hermosas fotografías en las que se ve la vía láctea, las estrellas o el agua como algodones? Pues son producto de permanecer inmóvil (la cámara debe estar sobre un trípode), de tener paciencia (porque la foto, literalmente, se está tomando durante un rato) y regular la cantidad de luz que entra. Si hay algo que me gusta en la vida son las fotografías, verlas y hacerlas. Tener ese poder casi sobrenatural de hacer eterno un instante, de parar el tiempo en una imagen me parece sencillamente sublime. Ese juego es posible gracias a un adecuado manejo de la luz y la oscuridad.

Para mí este año que nos ha cambiado la vida a todas y todos, ha sido un bajón súbito de la velocidad, un año repleto de luces y sombras en el que a muchas personas se les apagó la luz, a otras nos hizo mirar a los ojos a esa oscuridad que tanto aterra y desde allí, comprendiéndola y ajustando nuestras pupilas, por fin pudimos ver la luz…

¿No había pedido claridad y nitidez? ¡Pues toma claridad! Entonces no sabía que VER a veces puede ser muy doloroso, como cuando miramos un rato hacia el sol. Descubrir que hay personas que ya no estarán, que ya no somos las mismas personas, que un ciclo termina para no volver, eso nunca es fácil, sin embargo hay que seguir generando recuerdos y haciendo fotos, ¿no?

Obviamente también ha habido cosas buenas. Para mí lo bonito de este año es que supe que en la vida, como en la fotografía a baja velocidad (o nocturna), también se pueden crear cosas hermosas desde la oscuridad, de hecho este libro de relatos titulado “Tenemos la cura” surgió en plena oscuridad del confinamiento y es una joya, os animo a leerlo.

Lo que considero que está claro es que para crear en la oscuridad hay que bajar la velocidad, permanecer bien quieta y centrar el foco en lo que se desea. Pienso que la fotografía nocturna habla de eso, de quietud, paciencia y voluntad; una triada que considero necesaria para cualquier cosa en la vida y es lo que deseo para mí y para ustedes el venidero año.

¡A por muchas fotos más! A por un saludable 2021.