
Celebraciones: de lo que se celebra y cómo se celebra.
Celebrar, según el diccionario de la RAE, significa: “Ensalzar públicamente a un ser sagrado o un hecho solemne, religioso o profano, dedicando uno o más días a su recuerdo”. También está el significado de “mostrar o sentir alegría o agrado por algo”. Lo seres humanos somos mucho de celebraciones, sobre todo al final de un ciclo como este, el último mes del año. Desde épocas inmemoriales se celebran rituales de múltiples formas y colores, y por los más diversos y a veces disparatados motivos. Se celebran los nacimientos, cumpleaños, finales de curso y el santo. Celebramos fiestas varias y días emblemáticos. El día de la madre, del niño, del padre, de la diversidad funcional. El día del Orgullo, del árbol y así sin parar de contar. Con la globalización y la transculturalidad que encierran los fenómenos migratorios se ha hecho cada vez más presente la fusión de las celebraciones, aunque pienso que puede que haya más de marketing y consumismo que de otra cosa y así, nos vemos celebrando Halloween en Europa y el Janucá en algún país centroamericano. Todo esto tiene una parte muy bonita que es la de mantener vivas nuestras tradiciones allí donde nos encontremos y compartir lo celebrable con nuestros amigos, sin embargo, también hemos llegado a celebrar “la fiesta del corcho” o “Santa gana” por el solo hecho de tener una excusa para festejar. Por celebrar hasta se celebran fiestas de separaciones y divorcios que, todo sea dicho, seguro habrá muchos que son para celebrarlos y a lo grande.
Yo soy mucho de celebrar. Pienso que todo debe tener su espacio para ser honrado/festejado, incluso las despedidas. Hablando de despedidas, ¿sabéis que hay países donde la muerte se convierte en una verdadera fiesta? El que se lleva la palma es Ghana, pero eso da para otro post. Bueno, a lo que iba, me gusta celebrar, sobre todo mi cumpleaños que, interiormente lo celebro a año vencido, es decir, que en un par de días cuando cumpla los cuarenta, en vez de celebrar los cuarenta estaré celebrando que superé los treinta y nueve. Festejaré que llegué sana y salva a la cuarta planta, que sobreviví a doce meses y que estoy, en teoría, preparada para otros doce meses más, pero sobre todo celebraré que estoy viva. Por eso me cuesta tanto comprender a las personas que no les gusta celebrar su cumpleaños, aunque lo respete. Tanto soy de celebrar mi cumple que, como por aquí se celebra mucho eso del Mig Any que si de los Moros y Cristianos, que si de las Fallas, etcétera, pues me he adjudicado el 23 de junio como el mig any de mi cumpleaños. Lo sé, soy una friki, pero… ¿Por qué no?
A propósito de mi cumpleaños tengo unas cuantas tradiciones y protocolos alrededor de ese día que procuro practicar en la medida de lo posible. Una de ellas, la principal: no trabajar ese día. La segunda en orden de importancia: amanecer en casa esa mañana y la tercera y no por ello menos importante, soplar las velas, pero ojo, no me vale cualquier tipo de velas, me gustan las de números que así en la foto se sabe qué cumpleaños fue. Hay otra práctica habitual en mi cumpleaños que, culturalmente, choca mucho con la tradición española. Y es que en Venezuela eso de que el cumpleañero invite a los demás es todo un sinsentido. Es el cumpleañero quien debe ser honrado, invitado y agasajado. Por ello, a mis amistades más cercanas, siempre les repito: “No esperéis que os invite a algo por mi cumple” y ellos se ríen. Tanto es así que durante estos quince años de inmigrante es la única tradición a la que no me he adaptado ni pienso hacerlo, aunque por aquí esté muy arraigado eso de convidar por el cumple.
Volviendo a lo de las celebraciones, también me gusta mucho celebrar la navidad y dar regalos. Esa ilusión que se ve en los ojos de quien abre el regalo, para mí, es un regalo en sí misma. En Venezuela celebramos el “Niño Jesús”, nada de Papá Noel, Santa Claus o Los Reyes Magos que tienen mi respeto, pero todo son ventajas en nuestra modalidad navideña. Anda que no tiene mérito que un niño recién nacido vaya repartiendo regalos por el mundo. En el caso de Papá Noel es un hombretón rodeado de duendes con su gran trineo a 9 renos de potencia. Y los Reyes de Oriente, como buenos Reyes, echan mano de su séquito de pajes para organizarlo todo. En este apartado quiero detenerme porque por más fan que sea del niño Jesús, los Reyes Magos de Gata de Gorgos son para alucinar, yo de ustedes iría corriendo a verlos. A lo que iba, que un niño se encargue de todo ese jaleo, claro que tiene mérito, es mágico. Además, abrir los regalos el 25 por la mañana tiene el plus de disfrutarlos más días antes que acaben las vacaciones escolares. Pensad en ello detenidamente. Si es que todo son ventajas ¿no?
A propósito de esto último, la prueba fehaciente de que nuestra unidad familiar vive en la pluralidad cultural quedó plasmada en los anales de la familia cuando la mañana de un 25 de diciembre mi suegro, en pijama y colocado de pie en la base de la escalera de su casa, gritó: “Ha llegado el niño Jesús” emocionado, refiriéndose a que ya estaban los regalos bajo el árbol. Desde entonces se hacen los regalos tanto el 25 de diciembre como el 6 de enero, según estemos juntos o no. Sin embargo, mi amor y yo hemos llegado al siguiente pacto, ella me entrega mi regalo más destacado el 25 de diciembre y yo le entrego su regalo importante para reyes. Así todas contentas y cada una mantiene su tradición.
En fin, y ya voy finalizando, creo que es importante celebrar, celebrar no solo en las fechas señaladas, que también, sino celebrar minuto a minuto la vida, porque el solo hecho de estar es un regalo. De hecho, hoy se cumplen 17 años de que casi no estoy en este mundo, de allí mi agradecimiento y mi afán de celebración, pero eso os lo contaré en otra ocasión. Os animo a celebrar, siempre que podáis y así lo sintáis por absurdo que parezca y sobre todo, también os animo a no hacerlo si es lo que sentís, que parece que en estas fechas todo tiene que ser paz, amor, bonito y armonioso y, nos guste o no, las adversidades no conocen de tradiciones, celebraciones y fechas especiales. Así que haced lo que sintáis.
Feliz Noche Buena y una excelente Navidad a todas y todos.